Ángela Cienfuegos nunca fue a la guardería. Crece entre cuadrúpedos, yerbajos y las candilejas de las noches que, a veces, encienden el brillo del río donde se bañan las estrellas con las que conversa. Ángela las ve, y se tira al agua intentando cogerlas… las roza con sus manos pero siempre se resbalan... juego donde ella tiene que pillar las luciérnagas acuáticas después de cerrar los ojos y contar hasta diez. Cuando piensa que la estrella más pequeña es suya, la candileja de la noche se apaga y desaparecen todas, una ola enorme se las lleva en sus redes. Ángela Cienfuegos sale del agua mojada y sudada de tanto correr.
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